A pesar de que su nombre pueda sonar desconocido y extraño, la oxigenoterapia hiperbárica es una disciplina médica habitual y que lleva años implantada y que, con la llegada del coronavirus, se ha demostrado que puede jugar un papel activo en el tratamiento de pacientes con Covid-19, ayudándolosa mejorar las consecuencias respiratorias causadas por el virus e incluso, ayudarles a superarla.
El doctor José Fabregat, especialista en neurocirugía y medicina hiperbárica ha indicado que, este tipo de disciplina "no es algo nuevo o experimental, lleva muchas décadas y la pena es que es poco conocida".
El doctor Fabregat indica que la medicina hiperbárica ayuda a mejorar las consecuencias respiratorias que provoca el coronavirus, al mismo tiempo que contribuye a reforzar el sistema inmunitario: "La cámara administra oxígeno al 100% medicinal, a una presión de dos atmósferas en adelante, durante sesenta minutos. Esto tiene efectos en el organismo que, en caso de la Covid-19, reduce la inflamación y el edema, aumenta la circulación y la oxigenación de los tejidos, regenerándolos y, refuerza el sistema inmune. Por ello es útil para estos pacientes", señala.
Este tipo de 'burbujas' son más eficaces en pacientes que presentan los síntomas iniciales ayudando a frenarlos y evitar su ingreso en UCI, gracias a los efectos antiinflamatorios y regeneradores sobre el sistema muscular óseo y neurológico. Sin embargo, no sería adecuada para los pacientes que presentan cuadros graves de coronavirus, ya que para ellos sería necesario otro tipo de instalaciones donde pudiese entrar una cama y el personal sanitario, y como indica el doctor Fabregat "esto es más complicado".
Algunos hospitales o Clínicas de Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga ya disponen de este tipo de cámaras, el doctor Fabregat ha hecho un llamamiento a las autoridades políticas y sanitarias, así como "a los que tienen los recursos" instándoles a que apuesten por este tipo de terapias en los hospitales españoles, indicando que otros países desarrollados como Suecia, Reino Unido, Estados Unidos, Asia o Rusia, disponen de ellas para su uso cotidiano, mientras que en España "le falta un empujón".